Muy buenísimos días si es de día cuando leéis esta entrada, bloggers, y si es de noche, púdranse. No les desearé unas buenísimas noches.
El día de hoy estuve pensando en algo bueno que escribir en mi blog, y mientras me dirigía a mi casa en el transporte público vino la inspiración a mí. Hoy les contaré sobre los billetes nuevos.
¿Qué hay con ellos? Pues nada en particular. Simplemente que cuando me tocó pagar el pasaje en el autobús pasaron muchas ideas y recuerdos por mi cabeza. ¿No les ha pasado que necesitan cambio para pagar algo como el pasaje del bus, pero no tienen? ¿O que todo el dinero con el que cuentan está tan nuevecito que pareciera ser recién sacado de la imprenta, y saben que si pagan algo tan banal como el bus su alma se irá al infierno? Pues justamente eso me pasó hoy. No tenía monedas ni billetes viejos y rompiéndose de lo usado que estaban, sino que eran demasiado nuevos. Ni arrugas tenían.
Yo soy de las personas que cuando tienen que pagar algo siempre busca deshacerse de los billetes o monedas más viejos y feos primero para ir dejando solamente los bonitos. Sé que no soy el único que lo hace. Estoy seguro de que muchos de vosotros, mis (no tan) apreciados lectores también habéis pasado por lo mismo. Y no solo al pagar el pasaje, sino también al ir a la tienda o comprar algo. Entregar los billetes nuevos duele hasta el alma, y más cuando sabes que te darán vuelto, y piensas que esa persona es una HDP por darte billetes feos y viejos habiéndole dado uno en tan perfectas condiciones.
Yo resolví este problema desde hace mucho tiempo, y el día de hoy compartiré con vosotros mi secreto.
ADVERTENCIA: Lo que están a punto de leer es 100% real. Se producirán imágenes fuertes en sus cabezas. El contenido es altamente bizarro, asqueroso y repulsivo. Se recomienda discreción.
Habiéndoles advertido, procedo con mi relato. Yo siempre he sido alguien muy tacaño y celoso con mi dinero, y es algo que trasciende las épocas. Cuando me tocaba dar un billete nuevecito porque no tenía billetes más viejos, con el dolor de mi alma buscaba del montón el billete "menos bonito". Aquel que tuviera un detalle, alguna arruga, una esquina doblada un número de serie impar o cosas así. O que estuviera rayado con bolígrafo o marcador. Esos eran los que entregaba, pero si por desgracia no contaba con uno así, no me rendía fácilmente. Mi último golpe era "arruinar el billete". Lo arrugaba lo más que pudiera y trataba de poner feo. Si yo no tendría ese billete bonito, nadie más lo tendría. Lo llevaba en mi mano e iba arrugando y deteriorando hasta que me tocara entregarlo para pagar lo que tuviese que pagar, y con el dolor de mi alma me separaba de él.
Como les dije, eso era lo que yo hacía en le pasado. Mis técnicas han evolucionado.
Ahora. ¿Qué hago hoy en día si me toca dar unos billetes nuevos? La respuesta es muy sencilla: Los restriego contra mis genitales. Así es. Me los paso por las bolas. Me los meto en la ropa interior y los impregno de la esencia de mis testículos. Me seco el sudor de mi escroto con los billetes.
Si tengo gases en ese momento, pongo el dinero debajo de mi trasero y expulso todo mi poder* para que quede impregnado de la esencia de Seth, y luego los vuelvo a pasar por mis genitales. Una vez me sienta satisfecho con lo que hice, para culminar con mi acto de maldad pura, los arrugo nuevamente.
Ustedes dirán: ¿Acaso no era suficiente con pasarte los billetes por las bolas? ¿Por qué arrugarlos también? Sencillo: cuando entrego un billete arrugado, con una cara de satisfacción y maldad observo cómo la persona lo recibe, sin saber dónde estuvieron minutos antes. Y al estar arrugado el billete, el sujeto lo desarrugará con sus manos. Usará las dos para estirarlo lo más que pueda, lo que se traduce en que sus manos se impregnarán con el sudor de mis bolas, y él no estará consciente de ello en lo más mínimo. Como muchas personas, a ésta en particular se le olvidará que manipuló dinero y eventualmente se tocará la cara, o la boca o los oídos. En fin, transferirá mi esencia por su cuerpo y no lo sabrá.
¿Que eso es gay? CLARO QUE SÍ. Para ellos, no para mí. Son gays en segundo orden por tocar mis bolas… o los billetes que tocaron a mis bolas… Gays en segundo orden.
Y bien, eso es lo que tengo que decir. Sé lo que piensan ustedes. Es un plan brillante, pero tal vez antihigiénico, por el asunto de frotar el dinero contra mi escroto. Pues como les dije antes, eso sólo lo hago con billetes nuevos que se nota que no han sido manipulados por (muchas) personas y aún conservan su integridad. Nunca lo haría con billetes viejos. Sin más que añadir, les dejo esta sabiduría. Si también odian dar los billetes nuevos, pueden hacer lo mismo que yo. Y les recomiendo no recibir un billete nuevo y arrugado de mi persona bajo ninguna circunstancia, a no ser que sean gays. Tómenlo o déjenlo. Les ofrezco este saber. Soy Seth, y apruebo éste mensaje.
*Con lo de expulsar mi poder, me refiero a una flatulencia muy fétida, pero utilizo una cantidad moderada de energía para no excretar materia fecal en el intento.
No lo leí completo pero me pasé y comenté (al fin y al cabo es todo lo q te importa) el ranking
ResponderEliminarPúdrete
ok, me encargaré de no pedirte prestada ni una moneda.
ResponderEliminar